Tomar conciencia de que esos espacios existen en un día normal. Estás 
mirando a un árbol o al cielo, a las nubes, y es un momento en el que no
 hay ningún pensamiento. Solamente la percepción y la conciencia a 
través de la cual la percepción sucede. Un espacio. El primer paso 
consiste en darse cuenta de que, sin hacer nada, algunos espacios 
existen en mi vida. Después se pueden buscar esos espacios activamente. 
Yo recomiendo hacer cosas que uno hace normalmente como lavarse las 
manos, tomar un café, ir de aquí a allí, entrar en la escalera, subirse 
al ascensor… tomando conciencia de acto y del momento, sin hacer de ello
 un medio para un fin sino un fin en sí mismo. Lavarse las manos 
sintiendo el agua, el jabón, secarse las manos… Solamente la percepción y
 la conciencia. Otra cosa que también recomiendo es cuando entras en tu 
coche, cierras la puerta y te quedas unos treinta segundos sin hacer 
nada, sentir el cuerpo, la vida dentro del cuerpo. No es mucho, 30 
segundos, pero muchos de estos momentos en un día inician un cambio. 
Esos pequeños momentos en los que no pensamos sino que estamos 
conscientes sin pensar. 
Es más importante tener muchos momentos pequeños
 durante el día que estar en una meditación de media hora cada día y 
luego pasarse el día sin tener espacios. Entonces empieza un cambio, 
surge la conciencia no condicionada, la conciencia pura. Lo demás, los 
pensamientos, son una forma de conciencia condicionada por el pasado. 
Casi toda la gente está atrapada en un sentido del ‘yo’ que depende de 
los pensamientos condicionados y una imagen mental que tiene de “quién 
soy”, o sea una identidad que depende de los pensamientos. Eso significa
 moverse por la superficie de la vida sin nunca ir más profundamente. 
Una vida de ese modo se hace muy insatisfactoria, siempre hay 
sufrimiento. Si tu vida se desarrolla solamente en la superficie del 
ser, que es cuando te identificas siempre con los pensamientos, entonces
 le falta la profundidad y sufres. 
(Fuente: Portal Dorado)
  

