En todo el universo el hombre se distingue del animal precisamente porque sabe reír, y reírse de sí mismo, que eso es lo más
El hombre inteligente ríe, y sonríe. Siempre sonríe, precisamente porque al sonreír se puede dar cuenta de que pertenece a un mundo de ilusión, ficticio, donde las preocupaciones son el caldo de cultivo de las enfermedades, y por eso el hombre inteligente sonríe. Nada es más necio que la seriedad impuesta. La seriedad solo es patrimonio de los injustos, de los que no saben sonreír, de los que creen que este mundo es tan serio que únicamente con la seriedad se va a descubrir ese infinito mundo de percepciones. Y están muy equivocados quienes dan demasiado énfasis a la seriedad de sus pensamientos. Ciertos pensamientos son alegres, gráciles como una gacela, intuitivos y hermosamente hermanados en un común denominador que es la inteligencia del hombre. En este aspecto el ser humano sonríe porque sabe que, al fin y al cabo, todo es una comedia. Y las comedias, lógicamente, tienen que reírse y sonreírse. Pero no esa risa irónica que utilizan algunos intelectuales, creyendo que en este punto van a mejorar en sus expectativas, van a avanzar en sus pensamientos y transmitirlos de una forma mucho más amplia. Al contrario, porque la ironía, la fina ironía, es patrimonio del ego, única y exclusivamente.
Por eso, al sonreír, esa sonrisa interior que nos hermana, y nos hace subir grados de vibración, en la explosión de esa carcajada que nos une hasta el infinito, el hombre se sobrepone a los demás animales. Porque, como he dicho, la risa es patrimonio del ser humano. Del ser humano que piensa que piensa. Por eso sugiero que sonriamos a la vida siempre. Que nuestra vida común sea siempre con una amplia sonrisa. Y esto es muy importante tenerlo en cuenta, y más en los tiempos que corren. Siempre es importante, pero ahora lo es mucho más. Con la sonrisa vencemos enfermedades. Y esto es una norma común que hemos aprendido en el universo. Por eso sonreímos. Sonriamos siempre. En el cuerpo humano existen dispositivos psicológicos que permiten inhibirse de enfermedades. Porque las enfermedades empiezan siempre en un punto de la mente, en la psiquis del individuo. La mente se bloquea, crea cortocircuitos, y a la larga esos impedimentos, esos bloqueos, generan enfermedades. Y a veces enfermedades terribles, que pueden llevar a situaciones límite que todos entendéis perfectamente. Por eso ahora, amigos, pienso que es momento de sonreír. Cuando las sociedades más preocupadas están por su supervivencia, es cuando más deben reír y sonreír. Porque esa es una forma de curarse en salud, de eliminar aquellas trabas e impedimentos que hacen que las energías fluyan debidamente por el organismo. Nosotros, en nuestro hábitat, sonreímos mucho, muchísimo.
El reírse no es un signo de inferioridad, sino al contrario, un signo de inteligencia. Ahora bien, no deberíamos reírnos, o al menos procurarlo, de la desgracia ajena, aunque a veces esa misma desgracia pueda hacernos sonreír. Debemos ser cautos y equilibrados en nuestras apreciaciones, y procurar siempre autoobservar nuestra risa y nuestra sonrisa. A veces nos hemos reído de compañeros nuestros que por razones que no vienen ahora al caso han sufrido averías en el espacio sideral. Averías que, por decirlo de algún modo, nos han hecho sonreír por su gracia intrínseca. A veces también hemos sonreído cuando alguno de nosotros, hablando en público, nos hemos equivocado. Pero eso es bueno, amigos míos, sonreír y despreocuparnos si en nuestra conversación las ideas pueden ser más o menos efectivas, pueden estar más o menos elaboradas. Porque, en definitiva, lo que interesa es que hable nuestro corazón, que nuestra mente se desinhiba y que fluya, y así en esa corriente energética de hermanamiento, cualquier idea, aunque con la voz no se exprese debidamente, sí que el corazón lo hará, y se hará extensiva a todos, y todos la entenderemos.
Así pues, un aplauso a la expresión, y a la euforia y a la risa, a la simpatía y al optimismo. Seamos optimistas y habremos alcanzado un grado en nuestra vibración.