El
 exterior actúa como un espejo para nuestra mente, en él vemos 
reflejadas diferentes cualidades o aspectos de nuestro propio ser. 
Cuando observamos algo que no nos gusta de alguien, sentimos desagrado y
 rechazo, sin duda esto indica que de alguna manera ese aspecto que nos 
desagrada existe en nuestro interior. Es nuestro inconsciente, ayudado 
por la proyección psicológica, lo que nos hace pensar que el defecto 
sólo existe “ahí fuera”, en esa otra persona.
La proyección psicológica es un mecanismo de defensa mental mediante el cual una persona atribuye a otros: sentimientos, pensamientos o impulsos propios que niega o
 le resultan inaceptables para sí misma. Este mecanismo se pone en 
marcha en situaciones de conflicto emocional o cuando nos sentimos 
amenazados interna o externamente.
Cuando
 nuestra mente entiende que existe una amenaza para la propia salud y 
estabilidad mental, ésta realiza un lanzamiento hacia el exterior de 
todas esas cualidades, atribuyéndoselas a un objeto o sujeto externo a 
nosotros mismos. De esta manera, nuestra mente logra aparentemente 
(aunque no en realidad, ya que más bien se trata de un autoengaño) poner
 estos contenidos amenazantes afuera. Estas proyecciones son válidas 
tanto para características negativas (odio, rencor, envidia…) como para positivas (admiración,
 idealización, cariño…) El mundo interno tiende a teñir el mundo externo
 con sus propias características. Este tipo de mecanismo psicológico 
tiene un papel especialmente interesante en el amor, cuando solemos 
atribuir a la persona amada determinadas características que sólo 
existen en nuestra personalidad.
A
 modo de ejemplo, se puede decir que cuando piensas en otra persona, te 
caiga bien o te caiga mal, experimentas una sensación interior sólo por 
el hecho de pensar en esa persona. Esto significa que estás 
experimentando un sentimiento incluso en su ausencia. Lo que importa en 
cualquier relación es lo que sucede en tu mente, pues es ahí donde existen las relaciones. Recuerda que una relación es
 algo que no existe físicamente. Se trata de algo creado por las mentes.
 Las relaciones no existen, sino que existen las personas que se 
relacionan. Por todo esto, resulta muy poco útil trabajar sobre las 
relaciones en sí, y mucho más efectivo centrarse en la manera que uno 
tiene de relacionarse.
A menudo pensamos que “conocemos” a otras personas cuando en verdad lo que estamos haciendo es proyectar sobre ellas nuestra propia realidad.
 Incluso cuando estamos en presencia de dichas personas, la proyección 
nos parece más veraz, cuando simplemente lo que está pasando es que 
superponemos nuestra visión proyectada de la persona sobre su imagen 
física captada por nuestros sentidos.
Lo importante es darse cuenta de
 que aquello que proyectamos en los demás es verdaderamente algo que 
habla (más de lo que queremos admitir) sobre nosotros mismos. Observar 
dice más sobre el observador que sobre lo que se observa. Darnos cuenta 
de esto, ponerle consciencia a
 este mecanismo mental nos permite recuperar el control sobre lo que 
está sucediendo para poder hacernos cargo y trabajar aquellos aspectos 
de nosotros de los que no deseamos hacernos responsables, aspectos que 
no admitimos como propios y que están jugando en nuestra contra.
Casi constantemente Interpretamos todo
 lo que está teniendo lugar y lo tomamos por cierto, creyéndolo y 
creando nuestra propia interpretación de las cosas y viviendo de acuerdo
 a ella, distorsionando de esta manera los hechos e involucrando a otras
 personas en nuestro ensueño, creando un conflicto que en realidad sólo 
existe en nuestro interior. La meditación ayuda a trazar esta frontera y, de hecho, uno de sus objetivos es aprender a ver las cosas como realmente son.
“Todo lo que te molesta de otros seres es solo una proyección de lo que no has resuelto de ti mismo”- Buda
Muy
 a menudo, lo que encontramos difícil en los demás es precisamente 
aquello que no hemos resuelto dentro de nosotros mismos. Si lo 
hubiéramos resuelto inicialmente, nunca se hubiese convertido en un 
problema crónico.
El
 exterior actúa como un espejo para nuestra mente, en él vemos 
reflejadas diferentes cualidades o aspectos de nuestro propio ser. 
Cuando observamos algo que no nos gusta de alguien, sentimos desagrado y
 rechazo, sin duda esto indica que de alguna manera ese aspecto que nos 
desagrada existe en nuestro interior. Es nuestro inconsciente, ayudado 
por la proyección psicológica, lo que nos hace pensar que el defecto 
sólo existe “ahí fuera”, en esa otra persona.
La proyección psicológica es un mecanismo de defensa mental mediante el cual una persona atribuye a otros: sentimientos, pensamientos o impulsos propios que niega o
 le resultan inaceptables para sí misma. Este mecanismo se pone en 
marcha en situaciones de conflicto emocional o cuando nos sentimos 
amenazados interna o externamente.
Cuando
 nuestra mente entiende que existe una amenaza para la propia salud y 
estabilidad mental, ésta realiza un lanzamiento hacia el exterior de 
todas esas cualidades, atribuyéndoselas a un objeto o sujeto externo a 
nosotros mismos. De esta manera, nuestra mente logra aparentemente 
(aunque no en realidad, ya que más bien se trata de un autoengaño) poner
 estos contenidos amenazantes afuera. Estas proyecciones son válidas 
tanto para características negativas (odio, rencor, envidia…) como para positivas (admiración,
 idealización, cariño…) El mundo interno tiende a teñir el mundo externo
 con sus propias características. Este tipo de mecanismo psicológico 
tiene un papel especialmente interesante en el amor, cuando solemos 
atribuir a la persona amada determinadas características que sólo 
existen en nuestra personalidad.
A
 modo de ejemplo, se puede decir que cuando piensas en otra persona, te 
caiga bien o te caiga mal, experimentas una sensación interior sólo por 
el hecho de pensar en esa persona. Esto significa que estás 
experimentando un sentimiento incluso en su ausencia. Lo que importa en 
cualquier relación es lo que sucede en tu mente, pues es ahí donde existen las relaciones. Recuerda que una relación es
 algo que no existe físicamente. Se trata de algo creado por las mentes.
 Las relaciones no existen, sino que existen las personas que se 
relacionan. Por todo esto, resulta muy poco útil trabajar sobre las 
relaciones en sí, y mucho más efectivo centrarse en la manera que uno 
tiene de relacionarse.
A menudo pensamos que “conocemos” a otras personas cuando en verdad lo que estamos haciendo es proyectar sobre ellas nuestra propia realidad.
 Incluso cuando estamos en presencia de dichas personas, la proyección 
nos parece más veraz, cuando simplemente lo que está pasando es que 
superponemos nuestra visión proyectada de la persona sobre su imagen 
física captada por nuestros sentidos.
Lo importante es darse cuenta de
 que aquello que proyectamos en los demás es verdaderamente algo que 
habla (más de lo que queremos admitir) sobre nosotros mismos. Observar 
dice más sobre el observador que sobre lo que se observa. Darnos cuenta 
de esto, ponerle consciencia a
 este mecanismo mental nos permite recuperar el control sobre lo que 
está sucediendo para poder hacernos cargo y trabajar aquellos aspectos 
de nosotros de los que no deseamos hacernos responsables, aspectos que 
no admitimos como propios y que están jugando en nuestra contra.
Casi constantemente Interpretamos todo
 lo que está teniendo lugar y lo tomamos por cierto, creyéndolo y 
creando nuestra propia interpretación de las cosas y viviendo de acuerdo
 a ella, distorsionando de esta manera los hechos e involucrando a otras
 personas en nuestro ensueño, creando un conflicto que en realidad sólo 
existe en nuestro interior. La meditación ayuda a trazar esta frontera y, de hecho, uno de sus objetivos es aprender a ver las cosas como realmente son.
“Todo lo que te molesta de otros seres es solo una proyección de lo que no has resuelto de ti mismo”- Buda
Muy
 a menudo, lo que encontramos difícil en los demás es precisamente 
aquello que no hemos resuelto dentro de nosotros mismos. Si lo 
hubiéramos resuelto inicialmente, nunca se hubiese convertido en un 
problema crónico.
Fuente:
http://consejosdelconejo.com/2015/11/28/2682/
Comentario Personal:
El concepto In-lakech, Yo soy otro tú, no está reñido con el sano concepto de la psicología gestáltica: "Tu eres tú y yo soy yo" ya que ambos son el siguiente paso evolutivo en esta escalera evolutiva de la comprensión, para poder discernir sin en-juiciar. Este articulo se refiere a la mayoria de las personas, y más para las que comienzan el viaje a su interior, ya que aún son pocas que "ven" con pureza sin reflejar, ni proyectar lo que es suyo en los otros. Para bien y para mal, los hay que ven la verdad y la mentira, las luces y sombras, otras personas ven el color de las auras, otros el posible futuro, lo que rodea la persona en su vida, los seres espirituales o difuntos que la acompañan, ven lo que esconde la persona, lo que fue en otras vidas, ven el potencial, lo que alguien podría llegar a ser, etc...
Maribel Fombella
 
Fuente:
http://consejosdelconejo.com/2015/11/28/2682/
Comentario Personal:
El concepto In-lakech, Yo soy otro tú, no está reñido con el sano concepto de la psicología gestáltica: "Tu eres tú y yo soy yo" ya que ambos son el siguiente paso evolutivo en esta escalera evolutiva de la comprensión, para poder discernir sin en-juiciar. Este articulo se refiere a la mayoria de las personas, y más para las que comienzan el viaje a su interior, ya que aún son pocas que "ven" con pureza sin reflejar, ni proyectar lo que es suyo en los otros. Para bien y para mal, los hay que ven la verdad y la mentira, las luces y sombras, otras personas ven el color de las auras, otros el posible futuro, lo que rodea la persona en su vida, los seres espirituales o difuntos que la acompañan, ven lo que esconde la persona, lo que fue en otras vidas, ven el potencial, lo que alguien podría llegar a ser, etc...
Maribel Fombella

No hay comentarios:
Publicar un comentario